Saquen los cuadernos que toca dictado
El feedback del boli rojo: El arma con la que premias y castigas a tu equipo
Cuadernos de dos rayitas.
Dictado.
Tras unos paseos por la clase, se ve que para coger inspiración, el maestro de lengua, y también de todo, empezaba a dictar con todo solemne.
Mientras, el malvado boli rojo se relamía de gusto en el bolsillo de su camisa.
Frases que parecían una broma de mal gusto.
‘Un boticario sufrió un vahído mientras hacía un ungüento’
En ese momento, alguien gritaba ‘¿cómo ha dicho? ¿lo puede repetir?.
Algo que cabreaba al maestro, pero en el fondo, le enorgullecía y le encantaba oírlo.
Y sí, más o menos a ojo, algunos intuíamos que ‘vahído’ llevaba hache intercalada.
El dictado, eso sí, recitado de memoria.
Una obra maestra del sadismo ortográfico.
Un detalle.
A veces, el maestro sacaba a un voluntario para escribiera el dictado en la pizarra.
Más crueldad. Y allí permanecía, en la tarima, nervioso, poniéndose perdido de tiza, esperando su veredicto.
Que por cierto, al final es el que se llevaba el peor rapapolvos posible. Claro, como no se podía usar el boli en este caso…
Tras haber puesto ese ‘estupendo huevo ortográfico’, el maestro se sentaba en su mesa, y nos esperaba allí a todos en fila, , cuaderno en ristre, para su corrección.
Tensión en el ambiente
La mala saña del bolígrafo rojo
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Caleidoscopio para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.