Nos vamos a un pueblo de Texas a comer comida exótica
Todos están de acuerdo con algo que realmente, nadie quiere
Vamos, seguro que en alguna ocasión (o más) has hecho algo que no querías hacer solo porque pensabas que era lo que el resto del grupo esperaba de ti? Si es así, has caído en ‘la paradoja de Abilene’,: las decisiones colectivas pueden ir en contra de las preferencias individuales.
En una reunión familiar todos deciden, aparentemente de forma unánime, organizar una cena en un restaurante de cocina exótica. Cada miembro de la fa-milia sonríe y asiente, asumiendo que los demás están emocionados por la idea.
Al salir del restaurante, y según los comentarios de todos los asistentes, resul-ta que nadie realmente quería comer allí, pero todos pensaron que era el deseo compartido.
Durante la cena, todos sufren en silencio a través de platos que no disfrutan, solo porque nadie se atrevió a expresar sus preferencias: platos exóticos no de-seados y risas nerviosas.
¿Piensas que hubiera sido importante que cada uno de los miembros comunicara honestamente sus preferencias?
Nos vamos a Abilene…
En un día de verano de 1974, Jerry B. Harvey, experto en gestión, estaba con su
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