Domingo por la tarde.
Bonitos patitos en el estanque.
Si les tiras, pan, bien. Si no, también.
Si te fijas bien, les ves tranquilitos deslizándose por la superficie del agua.
Pero bajo el agua…
…sus patas de pato se mueven de forma frenética, para mantenerse a flote…
…mientras se comen el pan o lo que sea que les tires.
Tras esta imagen bucólica, se esconde una ‘verdad incómoda’…
Y sí, muchos emprendedores la conocen bien.
El Síndrome del Pato de Stanford.
Bautizado así por la famosa Universidad
En lugares donde el éxito rápido y sin esfuerzo es la norma sagrada, este síndrome captura la intensa presión de aparentar tenerlo todo bajo control.
Nada. Hay que mostrar sí o sí un éxito constante, aunque la realidad sea mucho más complicada y desafiante.
La apariencia es sinónimo de éxito…
…y ese éxito parece que se mide en sonrisas confiadas, presentaciones impecables…
…se les ve sonreír a esos emprendedores (a los patos, no, claro) con confianza mientras presentan un bonito informe a posibles inversores.
Pitch impecable, proyecciones optimistas.
Pero lo que nadie ve es que anoche apenas durmieron, atormentados por la preocupación de cómo pagarán las nóminas del próximo mes.
Sí, esa ‘apariencia de control’ se convierte en nuestra prisión dorada.
Aunque mantener esa fachada tiene un alto coste, y a menudo, silencioso.
Como el dueño de esa cafetería estupenda a la que vas.
En Instagram, refleja una imagen impoluta de éxito.
El local lleno, todo el mundo riendo, y café humeante.
Sus seguidores no ven que le va a dar algo a la criatura, que está al borde del agotamiento, luchando contra el insomnio y la ansiedad.
Por fuera, sonríes y proyectas confianza, pero por dentro, el pánico te consume poco a poco.
Como el pato.
Parece que no hace esfuerzo, pero mueve sus patas de pato continuamente.
Todos creen que te deslizas sin esfuerzo por el agua…pero…
..el pato no se agota….
…porque no tiene que mantener esa imagen perfecta.
Pero tu sí. El miedo a ser descubierto como un "fraude" te paraliza, impidiéndote tomar riesgos o pedir ayuda.
Y al final del día, estás exhausto, no solo por tu trabajo, sino por el constante acto de fingir que todo está bajo control.
Aislado. Temeroso, , convencido de que mostrar vulnerabilidad equivale a mostrar debilidad.
Aislamiento, decisiones impulsivas tomadas bajo presión, agotamiento emocional...
Costes ocultos de la perfección aparente.
Muchos clientes (otros muchos, no) valoran más la honestidad que una fachada perfecta.
Piensa por un momento en un negocio donde no tengamos que fingir.
Porque el verdadero éxito no es la ausencia de problemas, sino la valentía de enfrentarlos cara, de ser genuino.
Es hora de liberarse de la trampa de la perfección.
Tú no eres un pato.