Sin llegar al nivel de ‘la niña del exorcista’.
Pero casi.
Historias de posesiones, en las que una fuerza demoníaca toma el control de una persona.
Historias donde los miedos, las presiones se apoderan de nosotros, afectándonos a nuestro comportamiento y a nuestras decisiones.
Los poseídos no son dueños de sus acciones. Supuestamente, son realizadas por fuerzas que no pueden controlar.
De forma similar, el estrés nos puede transformar, haciendo que actuemos de forma impulsiva, guiados por el miedo y por la ansiedad.
Puede sentirse como una posesión demoníaca, que se manifiesta de maneras diversas, afectándonos no sólo a nosotros sino a nuestro entorno.
Cuidado con estas manifestaciones.
Si tienes más de una, tal vez estés poseído por el estrés…
Dolor físico. Un dolor inexplicable que surge de a saber dónde. Dolor de cabeza, problemas digestivos, agotamiento…
Posesión total. Pierdes el control sobre tu cuerpo y tu mente. Pierdes tu identidad personal y te conviertes en un adicto al trabajo. No puedes desconectar.
Y empiezan a ocurrir eventos negativos que parecen que están fuera de control.
Crisis continuas, esa sensación perpetua de tener ‘mala suerte’…
Como que no avanzas.
¿Pensamientos obsesivos? ¿Desesperación? Si, una ansiedad permanente por los resultados, un miedo al fracaso que te paraliza, te imaginas escenarios desastrosos que vaya, nunca suelen ocurrir…
Vale, tal vez no puedas mover cosas a tu antojo, pero emitir olores y ruidos…y malas vibraciones.
Tu espacio se infecta. Un ambiente laboral tóxico y que te mina la energía.
Pensarás que no te sometes al demonio de forma voluntaria…pero…
… ¿Acaso no sacrificas de forma consciente tu salud y tus relaciones personales, en nombre del éxito (o sea, en nombre de Satanás, que queda mejor en este caso)
Entramos en zona más oscura…
Según exorcistas experimentados, el individuo tiene la voluntad de convertirse en siervo y divulgador de todas las prácticas malignas…
Glub…
Todo esto se manifiesta en hábitos laborales destructivos, rutinas de trabajo insostenibles e insoportables, prácticas empresariales no demasiado éticas y que, sí o sí, cueste lo que cueste, hay que dar todo en el trabajo (cultura de hustle extremo).
Por no hablar de las maldiciones…Que invocan al mal intencionadamente.
Creencias limitantes, profecías negativas autocumplidas, y patrones heredados muy destructivos.
Que hace que tu mentalidad de escasez te impida crecer…
¿Llegas a desear el mal a los demás? Sientes odio hacia las otras personas…
,,,competencia demasiado tóxica, envidia hacia tus compañeros…
Y claro, ya sabes que la negatividad se propaga rápidamente…
Aparte de desear el mal a los demás, lo haces a través de medios malignos…
Apego a las métricas, obsesión con los símbolos de status: posesiones materiales, títulos, reconocimientos.
El éxito se convierte así en un tótem al que rendir culto, y deja de ser un objetivo saludable.
Llega la hora del exorcismo…
Pase, padre Damien Karras…
Identifique esos demonios que han tomado el control.
Y libere a la criatura para que vuelva a recuperar su verdadero yo y su propósito.
Tras unas oraciones y poco de agua bendita, el individuo queda sanado.
Eso sí, con unas cuantas indicaciones básicas indiscutibles e innegociables.
Un descendiente del padre Karras, también exorcista, recomienda aceptar los signos de estrés que necesitamos cambiar, definiendo claramente nuestras horas de trabajo y de tiempo personal.
Una vez que hemos aceptado el estrés, tenemos que decir ‘no’ a tareas diabólicas, o sea, no enfocarnos en hacer lo que no es muy prioritario.
Esto lo combinamos con la delegación de responsabilidades, meditación, ejercicio, y alimentación saludable, y vamos por el buen camino para que Satán nos abandone.
Eso sí, sé paciente. El proceso necesita tiempo, esfuerzo y tu compromiso.
Si no quieres que tu cama se siga moviendo…, ya sabes.