Maté un dragón y ahora mato lagartijas en mi jardín
No te enredes en escaramuzas triviales y sin importancia.
Sí, seguramente los problemas nos desafían, nos hacen aprender y crecer.
Dan sentido y propósito a nuestras vidas.
Sobre todo, cuando perseguimos el objetivo de hacer un mundo mejor.
Pero hay veces que nuestras nobles intenciones se convierten en una adicción que nos paraliza.
¿Cómo? ¿Qué es eso?
Ha llegado el momento de dejar de fumar, pero no sabemos cuándo hacerlo.
San Jorge y el Dragón
Casi todo el mundo conoce o ha oído la leyenda de San Jorge y el Dragón. Para abreviar, el bueno de San Jorge mató a un Dragón que atemorizaba a una aldea.
Y claro, rescata a una princesa, alcanza la categoría de héroe valiente, el bien vence al mal, la aldea se convierte al cristianismo, y fin...
San Jorge, tras liberar a la aldea, se jubila para disfrutar de su merecido descanso.
Pero claro, un héroe de tal magnitud no podía tener una jubilación tranquila...
Y comienza a ver dragones donde no lo hay...
Contrae el 'sindrome de San Jorge Jubilado'. Síndrome que se manifiesta en personas que, tras alcanzar un objetivo importante, buscan nuevas causas para luchar, y en ocasiones menos nobles e incluso perjudiciales.
Individuos inicialmente heroicos, que tras triunfar en una batalla justa, acaban perdidos en escaramuzas cada vez más pequeñas y preocupados por causas cada vez más triviales...
Que sí, que el héroe está tan comprometido y tan orgulloso de su victoria, que no para.
Tras matar al terrible Dragón,, San Jorge se vuelve adicto a luchar por las causas de los oprimidos. El caballero, que entró en el negocio de 'matadragones' por casualidad, sigue sin tener suficiente.
Y ahora, el héroe se ha convertido en una triste sombra de sí mismo.
Ejemplos cotidianos de 'San Jorges jubilados'...
Un emprendedor tiene una tienda de ropa online que ha crecido bastante estos últimos años. Ofrece buenos productos, únicos y de calidad.
El éxito le anima, y decide expandir su línea de productos: accesorios, zapatos, artículos para el hogar, todo a la vez.
Y claro, lo hace un poco sin pensar. Ningún estudio de mercado, y sin plantearse un momento si sus clientes estaban interesados en esos nuevos productos.
El exitoso emprendedor termina con un inventario enorme al que no puede dar salida, y con una alarmante disminución en las ventas. Ese enfoque disperso provoca bastante confusión entre sus clientes, aparte de un deterioro en la calidad de su negocio, lo que le termina por afectar negativamente.
O esa emprendedora que tiene una empresa de productos ecológicos, muy exitosa en promover la sostenibilidad.
Sin embargo. después de unos años, comienza, sin saber muy bien por qué, a preocuparse obsesivamente por pequeños detalles, como el diseño del nuevo logo y el cambio del color de las etiquetas, convencida de que estos cambios son cruciales.
En lugar de centrase en mejorar sus productos o en la expansión a nuevos mercados, gasta tiempo y recursos en estas trivialidades, creyendo que cada pequeño cambio puede ser una gran diferencia.
Al centrase en estos detalles menores, descuida así áreas fundamentales de su negocio. permitiendo que la competencia le 'coma el terreno'
Lo que pasa cuando logramos los objetivos...
Vaya, parece que lograr nuestras metas puede ser peligroso...
Hay científicos que afirman que obtenemos nuestra dosis de dopamina mientras vamos avanzando hacia una meta, pero no lográndola.
Estamos motivados mientras perseguimos una causa muy ambiciosa durante un largo período de tiempo.
Los problemas surgen cuando esa felicidad proviene únicamente de progresar hacia un único objetivo y realmente lo conseguimos.
Digamos que se podría decir que 'la fuente de nuestra felicidad se seca'. No más dopamina.
Esa adicción a la dopamina hace que vayamos en busca de nuevos problemas,, aunque sean triviales y poco realistas.
Nuestros 'dragones' se vuelven más pequeños, más fáciles y más rápidos de derrotar, con recompensas cada vez más pequeñas a lo largo del camino. Somos como víctimas de nuestra propia eficacia.
Otro síntoma del 'sindrome de San Jorge'. Postergamos la búsqueda de un nuevo objetivo a largo plazo.
Es probable que eludamos la verdadera productividad. Sí, estamos ocupados, pero estar ocupados sin un enfoque claro y una perspectiva, pues eso...
Y lo peor es que nos engañamos a nosotros mismos pensando que vale la pena completar esas tareas triviales.
Sí, conseguir un gran logro ha hecho que pospongamos la búsqueda de un nuevo propósito.
Y para tenerlo muy presente. Nuestro ego. Tras el logro brillante, nos quedamos sometidos a una ridícula idea de perfeccionismo, exceso de confianza y arrogancia. Nunca sabemos nada de las personas por las que luchamos y si realmente aprecian nuestra lucha sin aliento...Nos da un poco igual...
Antídotos contra este síndrome
En lugar de perseguir cualquier causa, es fundamental mantener el enfoque en nuestra estrategia de negocio, y evaluar cada oportunidades en función de su impacto real y su alineación con nuestros objetivos..
Hay que tomarse tiempo para reflexionar sobre estos objetivos y nuestros logros. ¿Qué es lo realmente significativo? ¿Cuáles son las nuevas metas relevantes?
¿Qué harás una vez que alcances tu gran meta? Como dice James Clear: "No alcanzas el nivel de tus metas. Caes al nivel de tus sistemas". O sea, más claro: Aunque tener metas es importante, lo crucial es tener sistemas efectivos. Si tus sistemas son sólidos, constantes y efectivos, te mantendrás en el camino correcto y progresarás hacia tus metas. Sin buenos sistemas, es fácil desviarse y no lograr los resultados deseados, sin importar cuán claras o inspiradoras sean tus metas.
Pon a prueba también tu flexibilidad. Si tus objetivos iniciales son demasiado ambiciosos, ajusta tus expectativas. Y si no lo son, sube el nivel
Y sobre todo, no te pierdas en luchas sin importancia. Ganar batallas pequeñas a costa de nuestro gran objetivo no vale la pena.
Si has alcanzado tus metas y no tienes algo igualmente valioso que hacer, quizás sea hora de retirarte y celebrar tus logros.