Piénsalo un momento.
Es probable que no lo hayas hecho nunca.
Si lo has hecho, eres un valiente.
Un purista extremo, o a lo mejor, el protagonista de una novela negra.
O tienes algún problemilla con el alcohol.
Nunca has pedido una ginebra a palo seco.
Sí, hace tiempo que se veía así. No había demasiadas opciones para mezclarla.
Marineros en puertos con niebla, también en Londres del siglo XVIII…
Pero esa época ya pasó.
Hoy, la ginebra ha pasado a ser una de las bebidas destiladas más consumidas y sofisticadas del mundo.
Su éxito es su paradoja: casi nunca triunfó sola. Lo hizo acompañada.
Sus ‘socios’ también tienen que ver en su enorme éxito: la tónica y todos esos cócteles que la acogen…
La historia de la ginebra demuestra que el verdadero triunfo está en la colaboración.
De la soledad a la sinergia
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