Qué sería de Hollywood sin Wall Street.
El juego que da.
Jordan Belfort. ‘El Lobo’.
O sea, Leonardo di Caprio en una de las últimas películas dedicadas a este mundo.
Un corredor de bolsa que logró construir un imperio financiero con su firma, Stratton Oakmont.
Pero ese éxito estaba plagado de decisiones cuestionables, y sobre todo, de escasa ética.
Belfort y su equipo manipularon acciones y vendieron valores inútiles a inversionistas confiados.
Vivieron un estilo de vida de excesos, marcado por las drogas, la riqueza ostentosa y los lujos desmedidos.
Todas esas actividades ilícitas crearon un ambiente de inversión tóxico que llevó a muchos inversionistas a pérdidas masivas y derivó además en numerosos cargos penales por fraude.
Las sombras del síndrome del Lobo de Wall Street…
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