El ejecutivo que suspendió un examen y echó la culpa al mal tiempo
¿Por qué evitamos asumir responsabilidades? Y las películas que nos contamos...
Inventamos explicaciones racionales para proteger la imagen que tenemos de nosotros mismos: somos buenas personas que no engañamos, robamos, ni mentimos ni hacemos nada que pueda considerarse poco atractivo.
A lo mejor, trabajas en una empresa que está teniendo problemas finan-cieros y estás en una situación en la que tienes la oportunidad de desviar fondos o manipular informes para mejorar artificialmente esos resultados financieros.
Sí, a pesar de tus intachables principios éticos y de tu compromiso con la integridad, te dices y te convences a ti mismo de que ese comportamiento es necesario para proteger tu trabajo y mantener a flote la empresa.
Es probable que te digas a ti mismo que había una razón justificada para ese comportamiento. Pero a ver, ¿antes de decirte eso no te considerabas alguien que nunca se saltaba las normas? ¿En qué quedamos?
Haciendo trampas…
En 1958, el psicólogo J. Mills llevó a cabo un estudio innovador sobre el comportamiento tramposo utilizando un grupo de alumnos de sexto curso como sujetos de estudio.
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